El salón tiene corazón y razón

Abi Sánchez Méndez

¿Alguna vez te has puesto a pensar por qué los maestros deciden ser maestros?

Para mí, en lo personal, creo que es porque ser maestro es algo multifacético. La enseñanza va más allá de crear oportunidades dentro del aula para que los estudiantes exploren y conecten con el contenido a un nivel en el que sea significativo para ellos. La enseñanza se trata de ser una guía para los estudiantes más allá del nivel académico, ya que les ayuda a desarrollar habilidades que trascienden las lecciones.

Mientras que aprender para mí es un proceso interactivo y profundo que requiere que el estudiante pueda manipular los conceptos, discutir, colaborar con sus compañeros y ser creativo. Debido a que entre más uno se involucra con el contenido, más retiene no sólo el contenido, sino también las estrategias que se utilizaron al participar en el aprendizaje. ¿Puedes recordar la última vez que aprendiste algo nuevo, como un hobby, una receta o cómo armar un mueble? De seguro este aprendizaje era motivado porque adquirir esta nueva habilidad te beneficiaba en un aspecto personal.

Yo veo la enseñanza de una lengua extranjera como la oportunidad de no solo enseñar gramática y reglas sino como una manera de abrir puertas y unir puentes (lo sé, suena cliché) pero basándome en algunas de las experiencias que tuve, muchos estudiantes no saben mucho de América Latina, así que cuando discutimos de jerga en diferentes países fue muy interesante ver como ellos no solo se sumergían en investigar pero también en intentar entender el contexto mediante la cultura de ese país.  Mientras que otros ven aprender una nueva lengua o mejorar como una manera de conectar con un familiar que se desenvuelve en esa lengua. Por lo que diría que en lo personal me emociona enseñar una lengua extranjera por todo lo que está engloba.

 ¿Cuántas veces te ha pasado que le comentas a alguien que te gusta X artista, tipo de música o tipo de series y por consecuencia te ponen un label? Por naturaleza humana intentamos poner gente en cajas para definirlas; sin embargo, esto es muy problemático porque somos humanos muy diversos y complejos. Así que si tuviera que definir qué tipo de maestra soy, creo que sinceramente diría que estoy en el proceso de averiguarlo. No soy el tipo A de maestra que tiene hasta el más mínimo detalle planeado, pero tampoco soy el tipo B de maestra que va con el flow. Me gusta ser un poquito de tipo A y un poquito de tipo B. Eso sí me gusta un aula interactiva, centrada en el estudiante. Me gustan las actividades que permiten más “hands-on” aprendizaje, como juegos y contextos reales que permiten que el estudiante tome rienda de su propio aprendizaje. Considero que el juego y la creatividad son herramientas que ayudan en la motivación del estudiante. 

Desde mi punto de vista, el rol del maestro es el de un guía que está para ayudar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Esto se puede ver a través del uso de “scaffolding” cuando necesitan ese extra apoyo o ayudarles a trazar conexiones personales con el contenido para que ellos lo puedan entender mejor. 

Me gustaría tener una relación positiva con mis estudiantes en la que ellos tengan confianza en mí y respeto mutuo. Para mí este balance dentro del aula es muy importante ya que quiero que mis estudiantes se sientan cómodos en venir y hablar conmigo cuando no entienden algo. Al mismo tiempo, es necesario tener en lugar un sistema de respeto mutuo para que el aula sea un ambiente de aprendizaje productivo. No quiero que mis estudiantes me miren como una figura autoritaria que exige obediencia y participación, sino como un guía que está para apoyarlos, escucharlos y que modela el respeto que les pido. 

También es importante notar que el comportamiento del estudiante no nace de la nada o “porque sí”, en realidad el comportamiento es influenciado por factores internos o externos. Por lo que es importante responder con empatía y ofrecer apoyo. 

Mi meta como maestra es que mis estudiantes se sientan seguros en mi aula para expresarse en español sin tener miedo de que sean juzgados o que se burlen de ellos. Para mí es primordial alentar un entorno de apoyo y de respeto mutuo del uno al otro, ya que el aprender una lengua extranjera es un proceso que requiere de solo errores, pero también de valentía. Al mismo tiempo también me gustaría que mis estudiantes se sientan con entusiasmo de venir a mi clase y aprender.

En conclusión, las razones por las que uno decide ser parte del sistema educativo son algo muy personal y único para cada uno. Así que déjame saber qué es a ti lo que te llama al salón de educación. ¿Será que te encanta el contenido que enseñas, las relaciones que construyes con tus estudiantes, o será que el ver frutos de tu enseñanza es lo más satisfactorio?